Bueno, como siempre, no tengo suficiente imaginación como para hacer algo sola así que pedí consejo a la presi y acabamos decidiendo subir el resto del fic que empezó a subir ella >u<. Muchas gracias de nuevo a la autora por dejar que lo subamos al blog!
El silencio entra ambos era bastante incomodo. Tsuna revolvía las manos nervioso mientras jugueteaba con las cintas del gorro de su chaqueta deportiva. Al mismo tiempo, lanzaba fugaces miradas al pensativo italiano que caminaba junto a él.Desde que Gokudera le recogiera en su habitación para acompañarlo de regreso a casa, no habían cruzado más palabras. Tsuna estaba seguro que el albino estaba enfadado, de lo que no tenía certeza era del motivo. Aunque, el hecho de que no hablara con él, le ayudaba a deducir que el capo estaba metido en el embrollo.—Ehm, ¿Gokudera-kun?El aludido detuvo su andar y observó al más bajito con una ceja en alto. Cruzó ambos brazos en señal de espera, pero de inmediato se retractó y mejor sacó un cigarrillo de su bolsillo. Fumar le acería bien en esa situación tan estresante.Por varios minutos Tsunayoshi no dijo nada. Retorcía el listón del gorro entre sus dedos en una clara muestra de nerviosismo y, por otro lado, no podía enfrentar la mirada verde directamente. Estaba en un dilema sobre su confesar que había estado violando la privacidad de su mano derecha y aguantar estoicamente la bronca, o mejor guardar silencio, seguir con su lectura clandestina al otro día y esperar a que fuera Gokudera quien diera el primero paso.Por su parte, Hayato no dejaba de darle vueltas a que el capo escondía algo que no había querido decirle. Espero pacientemente a que hablara, haber si obtenía alguna pista, pero cundo el nerviosismo comenzó a pegársele, se dio cuenta que no sacaría nada sólo esperando. Tsuna estaba muy nervioso, así que seguro se había dado cuenta que él estaba molesto.Sonrió tratando de demostrarle al castaño que no era con él la bronca y le regaló un abrazo amistoso que tomó desprevenido al capo. Tsuna se sonrojó violentamente y comenzó a balbucear sin saber muy bien que hacer. Segundos después la mano derecha le soltó.—Todo está bien Décimo, descuide.Y sin más, volvió la vista al frente, tiró el cigarrillo al suelo para pisarlo y siguió andando en dirección a la residencia Sawada. Cuando Tsuna reaccionó y analizó las palabras del otro sonrió efusivo pensando que le habían disculpado la intromisión. Con la esperanza renovaba y la expectación de continuar con su lectura al otro día, dio alcance a su mano derecha.—Gracias, Gokudera-kun.Y atrapó su mano entrelazando sus dedos. Y no pudo evitar reír ante el sonrojo del mayor..Cuando terminó el instituto, Tsuna estaba ansioso por volver a la base. Gokudera no pudo evitar sonreía ante la impaciencia del capo, así que se apresuró a guardar sus coas y a seguirle un par de pasos por detrás mientras el menor, prácticamente, corría como poseso hacía la guarida Vongola.Luego de hacer absolutamente todo lo que Reborn le mando –ante l sorpresa de este- pidió un descanso y se dirigió hacia la habitación de su mano derecha. Tocó un par de veces y al no recibir respuesta se aventuró al interior.De inmediato mandó a Nuts a vigilar de nuevo –esta vez sin batallar tanto en convencer al leoncito- y se lanzó a la cama para seguir leyendo luego de extraer el cuadernillo del buró.—Tercera Norma. La mano derecha debe tener la inteligencia y habilidades necesarias para ser capaz de sustituir al Jefe cuando la situación lo amerite.Tsunayoshi leyó y releyó la norma. Primero que nada, se admiró de la caligrafía de G -porque era obvio que había sido él quien escribiera las primeras normas, después de todo el había sido la mano derecha del Primo Vongola ¿Qué no?-. En todo caso, esa letra cursiva que parecía hecha con fino estilógrafo y que redactaba un perfecto italiano resultaba por sobre las demás caligrafías en el manual.Porque, debajo de cada norma establecida por G, cada Guardián –cuyo papel fue colocarse como mano derecha del Jefe Vongola en turno- había escrito una modificación a nota a la misma. Aunque era evidente que los escritos que más resaltaban eran los de la Primera y Décima generación.Gokudera no tenía una caligrafía tan impecable como G, pero ciertamente tampoco era descuidada. Y sus modificaciones a las normas resaltaban bastante, tomando en cuenta que algunas generaciones habían dejado sus espacios de anotación en blanco.Lo segundo que Tsuna notó fue que ciertamente debía ser de esa manera. Se suponía que cada mano derecha debería ser lo suficientemente capaz de cubrir al Jefe cuando el trabajo o el tiempo no le permitieran cumplir con sus consecuentes obligaciones. Pero si lo analizaba detenidamente, Gokudera no cumplía con aquella norma. ¡Al contrario!, no le permitía a Tsuna escapar de sus obligaciones.Jamás le dejaba faltar a una reunión así que obviamente no le suplía. Cuando Tsuna terminaba un deber, Gokudera le traía otro inmediatamente. Sawada hacia todo el trabajo, Gokudera jamás le ayudaba o suplía. Por lo tanto, era obvio que no cumplía con esa norma.Tsuna se prometió que en cuanto le viera le reclamaría por saltarse la norma número tres. Así que, un poco frustrado, pasó a leer las anotaciones del albino.La mano derecha debe tener la inteligencia y habilidades necesarias NO para suplir al Jefe, sino para ser capaz de organizar sus actividades y reducir el número de trabajos a realizar. Debe ser capaz de aligerar las obligaciones del Jefe sin que este incumpla en su deber.Tsuna suspiró ante lo leído y siguió con una segunda anotación más abajo.NOTA: Es importante recordar, por tanto, que una mano derecha JAMÁS podrá ni deberá sustituir al Jefe.El capo meditó en ello y su berrinche se convirtió en incomodidad y algo de culpa al percatarse que, seguramente, Gokudera trabajaba el doble que él para poder organizarle sus actividades. Incluso recordaba, poniéndose a ello, que siempre le dejaba un par de horas de descanso libres.Así que se prometió a si mismo olvidarse del reclamó y esforzarse en el trabajo para recompensar un tanto el esfuerzo de su mejor amigo.Pasó la página encontrando un par de hojas sueltas. Las examinó notando que tenían decenas de nombres y teléfonos, también había un par de hojas que parecían de una agenda. No les dio mucha importancia y las recolocó. Leyó superficialmente las anotaciones de los otros guardianes y, por último, llegó a la cuarta norma.Levantó un poco la cabeza en dirección a la puerta, pero ningún sonido venía de afuera. Nuts tampoco le había dado ningún aviso así que supuso que podría continuar.—Cuarta Norma. La mano derecha siempre debe permanecer un paso detrás del Jefe. Nunca debe estar delante de él en ningún aspecto.Un goterón resbaló por la cabeza del capo al notar que para Gokudera, aunque lo intentara, era imposible cumplir al cien por ciento esa norma. Hayato era más inteligente, más aterrador, más -en su criterio, mucho más – guapo y un largo etcétera, comparado con él.Así que era normal que estuviera siempre un paso delante. Lo único por lo que Tsuna podría enorgullecerse sería por la fuerza –específicamente de sus llamas, en realidad- y eso sólo si estaba en su Hyper modo. Realmente no tenía mucho que decir o pensar respecto a aquella norma.Aunque no pudo evitar preguntarse si, entonces Giotto sería superior en todos los aspectos ante G. Su mente le jugo una mala y se sonrojó ante una imagen visual que no debería haber estado jamás en su cabeza. Sacudió el rostro ofuscado tratando de pensar en cualquier otra cosa y decidió, mejor, leer las anotaciones de Gokudera.Una buena mano derecha debe estar un paso por delante del Jefe y ser capaz de prevenir cualquier situación negativa que afecte a la familia. Por supuesto, jamás contradecirá una orden o intentará suplantar al Jefe, sin embargo, debe tener la capacidad de hacerle ver al líder sus errores cuando sea necesario y ayudarle a realizar y comprender lo que aún no sepa.Entonces Tsuna se dio cuenta que Gokudera suplía a la perfección esa norma. Aunque, por supuesto, aún le tenía algo de recelo a las explicaciones teórico-científicas de su Tormenta.La voz de Giannini llamándole por el intercomunicado interrumpió sus pensamientos. Observó la hora y decidió guardar el libro de nuevo en su lugar antes de que el albino viniese a buscarle para tomar el almuerzo. A pesar de la conversación que habían tenido el día anterior, aún tenía cierta incomodidad al pensar en estar invadiendo la privacidad del italiano.Se apresuró a dejar de nuevo la cama en orden y salió a atender el llamado del técnico. Cerró la puerta dando un último vistazo a la habitación y se alejó de la misma. Nuts se apretujó junto a sus piernas cuando llegó a él. Dándole las gracias le permitió regresar a la caja.Tenía toda la intención de volver y terminar su lectura esa misma tarde..No había contado con que sería arrastrado el resto de la tarde arriba abajo por toda la base, cortesía de su técnico. Tuvo que dar elogios, supervisar y sugerir cambios para la mayoría de los proyectos que el regordete hombre tenía para la base.Cuando tomaron un descanso para el almuerzo, sólo estaban él y Yamamoto. Le descolocó la ausencia de sus demás guardianes –Lambo, Ryohei y, por supuesto, Gokudera-.—A Lambo se lo llevaron a tu casa, al parecer estaba dando muchos problemas por aquí. Sempai y Gokudera fueron a hacer un encargo—. Tsuna asintió ante las explicaciones de la Lluvia —Le prometí que te acompañaría hoy a casa y Reborn a dicho que mañana no es necesario que venga ninguno de nosotros.—No hace falta, puedo irme solo.—Me rostizará a bombazos si no cumplo mi promesa.El capo estuvo tentado a negarlo. Sabía que Yamamoto, si se ponía serio, podía ganarle al albino en una batalla. Simplemente negó con la cabeza y regresó su atención a su carne con verduras. Al parecer no podía continuar su lectura sino hasta dos días después. Se pregunto que planearía Reborn, pero decidió mejor no tomarlo en cuenta..El día siguiente Gokudera faltó al instituto y Tsuna no pudo evitar sentirse mal por no haber sido informado de ese hecho –habría faltado él también-. El resto del día ayudó a su madre a limpiar la casa y hacer la colada. Luego se la pasó haciendo deberes atrasados.Apara la noche echaba de menos a la Tormenta y se durmió pensando que le vería al otro día. Con la mañana llegaron a recogerlo, pero no era su mano derecha.—¡Io, Tsuna! Me han pedido que te acompañe al instituto.—Hola, Yamamoto.Sin preguntar más nada, caminó junto a su amigo hasta el instituto. Excusó a su compañero con los profesores y escuchó sin real atención las cátedras de la mañana. Para la salida, Takeshi estaba esperándole en la puerta del instituto y caminaron juntos hasta la base.—Nee, Yamamoto—. El aludido le miró curioso —¿Qué hay de Gokudera-kun? ¿Aún no ha vuelto?—Volvió ayer. ¿No te ha llamado?Tsuna negó con la cabeza. El mayor se rascó la nuca nervioso.—No habrá querido preocuparte, supongo.—¿Le sucedió algo?Yamamoto le colocó una mano el hombro, tratando de relajarlo ante su explosiva reacción. Negó con la cabeza y le sonrió tranquilizador.—Ayer que estuvieron fuera, no me preguntes haciendo qué, ambos pescaron un resfriado. Sempai se ha ido a casa con el permiso de Reborn estos días, pero Gokudera se ha quedado en la base.¿Un resfriado? ¿Pues que estarían haciendo? Asintiendo a la explicación, se encaminaron de nuevo. Tsuna saludó a todos en la base, tomó nota de las actividades que Reborn le encargó y se encaminó a la habitación de su mano derecha.Gokudera estaba dormido, seguro sedado. Se sentó a su lado y le tocó la frente. No parecía tener fiebre. Suspiró aliviado y le observó largo rato. Luego se estiró y jaló el cajón del buró. Tomó el cuadernillo y, sentándose a un costado de la cama, lo hojeó hasta llegar a la página que había leído el día anterior. Un último vistazo a su dormida mano derecha y prosiguió a leer.—Quinta Norma—. Susurró bajito mientras alzaba una mano y sujetaba en ella la más grande de su amigo. —La mano derecha debe estar preparada para cualquier situación y, si ésta lo requiere, estar dispuesto a morir por el bien del Jefe y la Familia.Sintió un escalofrió de temor y frunció el ceño en desagrado mientras inconsciente apretujaba la mano blanca entre la suya. No estaba de acuerdo, bajo ningún concepto, con esa norma.No pudo evitar preguntarse que habrían hecho sus guardianes la tarde anterior para acabar enfermos y eso lo llevó a imaginarlos en alguna extraña clase de misión peligrosa de la cual no le habían informado por miedo a su reacción.Hizo un puchero al pensar, con mucha certeza, que si Reborn les daba instrucciones sus amigos obedecerían, aun si eso era pasar por encima de él. Sin embargo, negó con la cabeza seguro que Gokudera no lo haría. Su cariño le demostraba lealtad y esas normas entre sus manos le aseguraban que Hayato jamás haría algo que el no quisiera.Empero, tampoco pudo evitar recordar sus primeros años como mafioso. O aquella batalla por los anillos en la cual su mano derecha estaba dispuesto a morir para ganar, para que Vongola quedara en alto. Para que él, el Décimo Vongola, no fuera avergonzado.Apretó aun más fuerte la mano entre sus dedos y regaló una mirada al rostro apacible de su mano derecha. Dormía, eso era seguro. Pero ¿Y si algún día tendría que ver ese mismo rostro desprovisto de calor y tan pálido como el mármol? Era una posibilidad, pero tan horrible que no quería pensar en ella.¿G habría muerto por Giotto? ¿Lo había dado todo, hasta su vida, por él? ¿Y que de Giotto, se lo había permitido? ¿Había estado de acuerdo, no había hecho nada? La imagen que le tenía de Primo era otra. Pero entonces, porque su mano derecha –G- había escrito una norma tan horrible como esa. Estar dispuesto a morir por la Familia ¡Que tontería!Aún frustrado y acongojado, puesto que sabía que Gokudera podían aún pensar de esa misma manera, avanzó a la siguiente página, buscando anotación tras anotación la de su italiano.Es importante que la mano derecha siempre este preparado para lo que sea y ser capaz de responder de la mejor manera posible a cualquier situación. Estar dispuesto a morir es indispensable. Por encima de cualquier cosa, incluso de la vida, esta el deber para con el Jefe y la Familia.Tsuna se sintió decepcionado. Una punzada de pena y dolor, y de cierta desazón, invadió su pecho. Sintió ganas e llorar de impotencia, pero se obligó a leer ante la evidencia de los hechos. Gokudera había escrito algo más, lo cual había subrayado.Es por ello que:Apreciada Mano Derecha de la Onceava Generación Vongola, así como las subsecuentes, deben recordar que para el Jefe existe una norma más importante que todas las demás:Más que estar dispuesto a morir por el Jefe, hay que estar dispuesto a vivir siempre para él.Esa es la única y absoluta norma.Había firmado con su nombre al lado de las demás generaciones. Para ese momento Tsuna apretaba tan fuerte la mano de su amigo que le sorprendía que no se hubiera despertado. Y, además, hacía rato que las lagrimas caían de su rostro.Al parecer lo había subestimado. Gokudera era una perfecta mano derecha, aun con todos sus defectos encima. Sonrió y cambió página. Las siguientes estaban en blanco. Supuso que para futuras anotaciones. Se limpió las lágrimas y cerró el cuadernillo dispuesto a guardarlo de nuevo.Pero al levantarse, las hojas que había mal guardado se salieron del mismo y cayeron al suelo. Las recogió volviendo a doblarlas y entonces se percató de un sobre que no había tomado en cuenta en un inicio. Estaba vierto, así que supuso que, dado que ya había violado la privacidad de su amigo, no perdía nada con ver el contenido.Lo abrió y extrajo dos hojas. Al tenerlas en las manos se percató que en realidad eran dos fotografías. La primera era una hermosa mujer blanca, de cabellos plateados que sonreía a la cámara saludándola. Junto a ella aparecía un borrón color café. Tsuna sudó una gotita al reconocer esa fotografía*.En la otra, estaban Gokudera y él sonriendo a la cámara. El albino le había pasado una mano por sobre los hombros y ambos hacían una seña de victoria al fotógrafo. Recordó habérsela tomado durante el viaje escolar de graduación que hicieron en la media. Esa vez casi se ahoga en una de las tantas pruebas divertidas versión Vongola de Reborn.Sonrió con los recuerdos y decidió devolverlas. Cuando las metía se dio cuenta que tenían cosas escritas detrás. La primera tenía una fecha de algunos años atrás, supuso sería del día que consiguió la foto. Debajo de la fecha dictaba:Mi persona importante y especial. Tsuna no pudo evitar enternecerse. Miró de nuevo el rostro de la madre de Gokudera y asintió conforme. Observó la otra, que igual tenía la fecha en la que fue tomada. Con sorpresa y un sonrojo bastante notable leyó lo que estaba escrito abajo:Mi persona más importante y especial.Guardo amabas fotos sintiendo que estaba violando demasiado el espacio de su mano derecha. Le observó de reojo y se dio cuenta, con alivio, que seguía dormido. Devolvió todo al cajón y lo cerró sintiendo como si hubiera terminado una ardua y laboriosa, pero satisfactoria, labor.Se sentó de nuevo en la cama y acarició el rostro de su mano derecha, acomodándole los rebeldes flequillos.—Mi persona más importante y especial— Repitió poniéndose de pie y dándole un beso en la frente —También eres tú, Gokudera-kun.Y abandonó la habitación en silencio, cuidando de no perturbar su sueño. Tenía toda una lista de labres pendientes y si no comenzaba ahora el arcobaleno comenzaría dispararle con sus balas de efectos extraños. Y esta vez estaba seguro que si le daban moriría.Sí, porque esta vez, sin importar lo que fue, lo que era o lo que seguía, con las cosas como estaban, no tenía ningún remordimiento.
Ha quedado largo de narices, pero bueno, da igual (de hecho fijo que no leeis esto porque ya estais hartos de mi xDDD pero da igual, yo lo pongo felizmente) Y bueno, pongo la autora otra vez : Mad-Shizuya8059. Por hoy nada más, creo que con esta entrada ocuparé una página entera xDDD
Byaa everynya
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